Decretando la inyección
- inyeccion28
- 24 sept
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Quiero platicarles algo que me sucedió hace algunos meses, creo que ya les había platicado que en la ciudad en donde vivo pasó una peregrinación de inmigrantes latinos para pasar a Estados Unidos, entonces en mi colonia se veía a mucha gente desconocida y con acentos que se veía que eran venezolanos o colombianos, bueno pues fui a una tienda de conveniencia llamada Oxxo y vi a un chico muy guapo, alto, moreno, facciones muy lindas, una mandíbula marcada, nariz respingada, unos ojos hermosos. Para ese entonces yo había ayudado a administrar algunos medicamentos, o vitaminas a algunos de los inmigrantes que pasaban, como forma de ayudarlos a llegar bien vitaminados y con fuerza a su destino.
Bueno sin dar más rodeos pues vi al chico y me gustó y pensé me gustaría ofrecerle alguna vitamina para poderlo inyectar pero no lo conozco y no quiero que se vea algo forzado ni que piense mal, ese día regresé a mi casa y ahí quedó todo.
Pasaron los días y tocan a mi casa, me dicen que me buscan porque alguien les había dicho que ahí vivía alguien que los podía inyectar y vitaminar, en eso me fijo por la ventana y era ese chico, como se podrán imaginar yo no lo podía creer que de la nada viniera a mí y que me lo pidiera, el chico muy amable me pidió que si lo podía inyectar el mismo traía la caja de bedoyecta, cuando yo normalmente regalo las vitaminas todo parecía armado especialmente para mí, - le dije que con gusto lo hacía, en cuanto saco la jeringa le saqué un poco de plática para saber más de él, me dijo su nombre, me dijo que era de nacionalidad venezolana y que estaba en espera de que le llegara su cita para irse a Estados Unidos, mientras humedecía el algodón con alcohol se fue desabrochando su pantalón, me pidió acostarse, y vi como se descubría su nalga, cuando me dirijo hacia el me pidió que le dijera cuando lo fuera a inyectar, le dije que no se preocupara, que cuando eso sucediera le diría que respirara profundo, empecé a frotar el algodón en su nalga, y veía como contraía el músculo como si tuviera miedo que entrara la aguja, en eso le pedí que aflojara la nalga, al sentir su músculo más relajado aplique la aguja, pidiéndoles que respirara profundo, vi como mordía la almohada y como agarraba con sus dos manos el colchón, como si no pudiera aguantar el medicamento pasar por su nalga, se escuchaba su respiración, al momento de inyectar todo el líquido dejé el algodón oprimiendo el área inyectada para evitar que saliera sangre, y obviamente aprovechando ver su nalga, aunque no se bajó todo el pantalón estaba feliz de cómo sucedieron las cosas, fue todo orgánico y natural, estoy seguro que fue un decreto haberlo inyectado.

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